¿SABES INTERPRETAR CORRECTAMENTE EL ETIQUETADO NUTRICIONAL?

Hace algunas semanas que tengo este tema en mi lista de temas pendientes para el blog, pero esta semana he encontrado la excusa perfecta.

Muchas veces me preguntan sobre un producto buscando mi aprobación, con argumentos como: «he visto que tiene pocas calorías» o «lo he visto en la publicidad y es de dieta», etc. Las dudas de quién me las plantea son normales, simplemente surgen de intentar hacer las cosas de la mejor forma posible con las herramientas de las que disponen, la confianza y el interés.

La excusa es que este sábado acudí a una jornada en ADNCyL (Asoc. Dietistas- Nutricionistas de Castilla y León) sobre las novedades del Etiquetado de Alimentos en el Reglamento 1169/2011, como consecuencia de su entrada en vigor en diciembre del pasado año. Fue de gran utilidad refrescar y aprender de los cambios en la normativa, pero sobretodo, en el camino de regreso a casa no deje de pensar en lo alejado que muchas veces está lo que dice la normativa, lo que los nutricionistas pensamos y la información que realmente le llega al consumidor.

En el terreno de los productos alimenticios no existe un vacío legal, hay una normativa que regula su etiquetado, a diferencia de la laxa legislación de los cosméticos o los productos de herboristería, que pueden vendernos la moto sin complejos. Pero también es cierto que como en todo existen trampas, y otros medios más alejados del Reglamento como la publicidad. Por muy correcto que sea el envase, para cuando el consumidor mete el producto en su carro ya ha visto un anuncio publicitario que deja mucho más poso, que el que pueda dejar una mindundi como yo empeñada en hacer Educación Nutricional.

Sigue sorprendiéndome el hecho de que una persona adquiera un producto porque ponga en el paquete una cantidad infinita de vitaminas, de minerales o de fibra… pero esto es lo que hay, vivimos en una sociedad de consumo y si se puede ofrecer un valor añadido, lo compramos sin reparar en la necesidad, incluso inocuidad de los alimentos, y más si está en juego la fortaleza de los niños.

Plantear esto de forma teórica puede ser bastante arduo, así que te propongo una especie de juego: coge el envase de cualquier producto alimenticio que tengas por casa (si, no seas perezos@, aprovecha que será la única vez que te invite a mover el culo para ir a la despensa/ nevera).

1. DEFINICIÓN DEL PRODUCTO

Según el nuevo Reglamento, debe constar el nombre real del producto y no el que le quiera dar la empresa productora.

Ej: no te fíes de una caja de zumo de frutas en la que no encuentres “zumo de frutas”, o escojas un preparado lácteo cuando lo que quieres coger es una leche, normal y corriente.  Las ilustraciones y los anuncios publicitarios en este caso hacen el resto, ya que se representa o se les da el uso que se le daría de ser el alimento al que se quieren parecer.

2. ETIQUETADO NUTRICIONAL

Ahora es obligatorio que aparezca, en el caso de los transformados, por este orden: valor energético, grasas, grasas saturadas, hidratos de carbono, azúcares, fibra, proteína y sal; siempre expresado de forma obligatoria por cada 100 gramos y de  forma opcional por ración.

Es habitual que en alimentos cuya ración de consumo es superior a 100 / ml no parezca y en los que la ración es más pequeña aparece sin excepción.

  • Se ha cambiado sodio por sal, siendo esta una medida mucho más común para el consumidor, pero que puede llevar a engaño.
  • En los próximos años se decidirá sobre la inclusión de grasas trans.
  • Los otros nutrientes que puede aparecer de forma voluntaria son los ácidos grasos monoinsaturados, poliinsaturados, polialcoholes, almidón, fibra, vitaminas y minerales.
  • Está bien fijarse en la cantidad de fibra de un producto, pero si lo elijes por este criterio asegúrate de que en la lista de ingredientes no aparece algún término similar que indique que es añadida y no la natural que tendría el producto.

Ej: Es habitual elegir un producto por su menor aporte energético, ignorando si su procedencia es a partir de azúcares simples o de grasas saturadas, es el caso de muchos productos light o bajos en calorías.

3. ALÉRGENOS

Se mantiene el listado de los obligatorios pero debe de indicarse con una tipografía diferente, quién padece alguna alergia/ intolerancia está bastante acostumbrado a revisar el etiquetado, pero es importante leerlo si creemos que vamos a alimentar a alguien que lo padece, porque estoy segura de que os sorprenderéis.

4. LISTADO DE INGREDIENTES

Es importante leerlos, por lo valioso de su información, muchas veces más, incluso que la propia información nutricional. Léelo al completo y ahora comprueba si es lo que cabría esperar del producto que compraste, o si hay alguno sorprendente que nunca hubieras imaginado en esa preparación.

Ej: Escoger unas salchichas de pavo que consideras muy sanas por la baja cantidad de grasa y al leerlo compruebas que tienen la misma porción de pavo que de cerdo, o de puré de patata. 

 5. OTROS RECLAMOS

  • Total desprotección del consumidor cuando se encuentra con cosas como estas. La publicidadad no es abordada en el Reglamento 1169/2011
    Total desprotección del consumidor cuando se encuentra con cosas como estas. La publicidad no es abordada en el Reglamento 1169/2011.

    Aceite vegetal: debe de especificarse el tipo, ya que hasta ahora comerse un bollo o una latilla con aceite vegetal podía hacerlo parecer al bizcocho de la abuela con aceite de oliva, cuando en realidad es rico en aceite de palma, coco o palmiste, muy perjudiciales para la salud.

  • En otras ocasiones hemos hablado de los alimentos funcionales, aquellos que ofrecen un valor añadido al producto, se regulan en un Reglamento aparte. Aquí os muestro algunos ejemplos de como la industria juega al filo de la norma.

REGLAMENTO RELATIVO A LAS DECLARACIONES NUTRICIONALES Y DE PROPIEDADES SALUDABLES EN LOS ALIMENTOS

EJEMPLOS DE LO QUE NO PODRÍAS VER EN EL ENVASE

No pueden llevar a engaño

No puede decir que tiene un nutriente que no tiene, o convertir en valor añadido la ausencia de algo no presente en el origen

No puede hacer dudar sobre otro producto

No podría hace referencia a que cumple mejor que, por ejemplo un alimento natural las necesidades

Deben hacer referencia a una dieta equilibrada y no sugerir que es insuficiente

“Sólo con este producto, y no con alimentos, podrás lograr unos valores correctos de colesterol”

No pueden generar alarma

“Sin esta leche con calcio, iras por la calle rompiéndote un hueso a cada paso”

No debe de alentarse el consumo excesivo del mismo

Muchos se limitan a “no tomar más de X veces al día”

No debe de estar en contra de las buenas prácticas dietéticas

“Consumir grasa de mi producto en exceso ayuda a un mejor funcionamiento del corazón”

No puede decir que la salud se puede ver afectada de no consumirlo

“Si no tomas este producto no te quitarás de encima el catarro en todo el año”

No se puede hacer referencia a médicos o profesionales de la salud

Puede aparecer el aval de alguna asociación de salud, aunque a veces suponga más una ayuda económica para la primera, que un aval para el segundo

Mención aparte tienen los productos orientados a la prevención de enfermedades o los destinados a los niños

Son ejemplos son muy exagerados, pero no distan tanto de muchos productos con los que estamos familiarizados, en los que su envase se ha realizado con cautela, dejando el peso pesado a su publicidad. Me vienen a la cabeza muchos ejemplos: esas galletas adorables de animalitos que tienen azúcar para alimentar a una nación, pero que una asociación pediátrica avala, o las botellitas con millones de guerreros en su interior, a los que no se les puede atribuir el ansiado efecto, o unas salchichas que nos dan una lección de nutrición animándonos a tomar más proteínas y fósforo, ambas sustancias más que cubiertas con la alimentación normal, o cereales para reingresar en el antiguo bikini con una cantidad de azúcar solo comprable a las galletas con dinosaurios (vaya al final se me ha acabado escapando), alimentos sin colesterol o gluten (pobre gluten) en origen que lo usan como reclamo. Y podría seguir aquí hasta mañana…

Es bueno aprender a leer el etiquetado, y es bueno comparar, pero mucho mejor es alimentarse a baste de productos que no necesitan de etiquetado ni de listado de ingredientes. Vamos a dejar de hacernos los expertillos hablando de «calorías, 7 vitaminas o sin gluten», y alimentémonos de alimentos saludables y con el mínimo procesamiento posible.

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