Feliz Año 2016 a todos los que leéis Desnutriendo Mitos cada semana, bueno y a los que solo a veces, y a los que de vez en cuando, a todos. Ya sé que os felicité el año la semana pasada en: «El eterno propósito de principios de año» , pero entre los despistados, los que están saturados de la cuesta de enero y los que no se lo habían leído era probable que quedara más de uno.
Y como todo comienzo de año, este también tiene sus tintes de nueva etapa. Me he propuesto varías cosas para blog, el primero es ladrar menos. Desde su comienzo Desnutriendo Mitos lo planteé con un importante tono de crítica, principalmente hacia la industria alimentaria, pero también al intrusismo profesional (que en nutrición abunda), y a lo que la sociedad espera de los alimentos, de la nutrición y de nosotros. Pero este año me apetece mostrar también una cara más amable de la nutrición, con las cosas que son agradables y las cosas que se hacen bien.
Otro de los cambios es la presencia por aquí de algunas colaboraciones que puedan ser positivas para el blog.
¿Y porqué os cuento todo esto hoy? Bueno pues además de porque ya os he dicho que es como el comienzo de año casi, porque lo que os traigo hoy en el título forma parte de esa cara amable, y además está relacionada con una colaboración que vendrá más adelante, que me apetece muchísimo por el cariño que le pone a esto de las legumbres. Pero vamos poco a poco…
El año 2016 ha sido elegido por la FAO como el año Internacional de las Legumbres. Con el objetivo de promover su producción como alimento sostenible, así como el de dar a conocer sus propiedades nutricionales a la población.
La legumbres son plantas leguminosos que se encuentran dentro de una vaina y que se consumen secas (siendo las que se consumen verdes las hortalizas). La diferencia principal respecto a las segundas en su contenido en proteínas, una proteína de origen vegetal.

Es importante explicar el término: proteína de alto valor biológico. Es aquella que contiene una alta proporción de aminoácidos esenciales (los que el cuerpo necesita incorporar a la dieta porque no es capaz de sintetizarlo por ninguna ruta metabólica). Cierto es, que la mayoría de proteínas animales son más completas que las vegetales (por su riqueza en aminoácidos esenciales), siendo la proteína del huevo el alimento más perfecto. Pero eso no supone una desventaja, ya que basta con complementarlo con los cereales (también alto contenido en proteína de origen vegetal), que vienen a completar en aquellos aminoácidos en los que la legumbre es deficitaria, y tenemos un proteína igual de completa; con la diferencia en aporte grasas que supone la proteína vegetal frente a la animal, y el alto aporte de fibra que nunca podríamos encontrar en una célula animal.
Por otra parte es un alimento carente de colesterol, ya que las células vegetales no tienen colesterol y sí tienen fibra, una idea de perogrullo, pero que os aseguro que muchas veces en consulta me encuentro que estos términos se confunden. Repite conmigo: un alimento vegetal no tiene colesterol (incluidos los considerados malísimos por «engordar mucho» como frutos secos, aguacate, aceite de oliva o legumbres…), y un alimento de origen animal no tiene fibra (al menos no de forma natural). Este contenido en fibra le convierte en un alimento muy saciante, especialmente indicado en casos de estreñimiento, diabetes, enfermedad cardiovascular, obesidad…
Como veis en general, y con sus particularidades, porque el abanico es muy amplio, es un alimento más que recomendado en cualquier tipo de alimentación, y también en un tratamiento para el sobrepeso, (¡madre mía lo que he dicho!) clave en el tratamiento de la diabetes, entre otras enfermedades nutricionales y fuente imprescindible de proteína entre las personas vegetarianas.
La legumbre ha sido durante siglos un alimento muy presente en las cocinas por su versatilidad, su bajo coste y alto poder nutritivo. En la actualidad su consumo se está viendo reducido, quizá por acusarle de difícil y largo cocinado, o peor aún, por considerarlas un plato hipercalorico, pero como veis la realidad es muy distinta: las posibilidades para cocinarla son infinitas, y no deben de pasar siempre por ir acompañados de derivados cárnicos. Sobre este y otros mitos hablaré en la próxima entrega sobre legumbres.
En este año de las legumbres tengo 3 retos para ti antes de que acabe el año:
1. Desnutrir Mitos de las legumbres: a veces tratadas injustamente por relacionarlas con preparaciones demasiado grasas y por ello son desterradas de muchos tipos de dietas. Los habrá para todos los gustos: cocinado, gases, contenido en hierro y otras vitaminas y minerales, como complementarlas…
2. Conocerás y habrás puesto en práctica al menos 3 nuevas recetas saludables que no conocías con ellas como protagonistas. Recetas variadas y alguna inesperada con base de legumbre.
3. Conocerás al menos una variedad nueva y la incorporarás a tu dieta habitual. Particularidades nutricionales de las que todos conocemos y también las de alguna otra menos conocida.
Sea pues entonces inaugurado en vuestros hogares este:
AÑO INTERNACIONAL DE LA LEGUMBRE.