Terminado el curso escolar es hora de recibir las notas. Como ya os he contado un millón de veces, este año he tenido la oportunidad de visitar algunos colegios con diferentes proyectos. He podido observar que tenemos un suspenso como la Catedral de Burgos (así nos decían a los niños burgaleses) en el almuerzo del recreo, toca propósito de enmienda para no repetir curso.
Los fabricantes de galletas disponen las unidades en paquetes que conforman la ración (no sé con qué criterio), los bollos vienen en envases individuales y los batidos con pajita… ¡No son listos los fabricantes no!… El caso es que han conseguido que el bocadillo clásico sea el almuerzo más saludable. Hay un refrán que dice: «otros vendrán que bueno te harán», pues eso.
La situación empeora en los colegios con dos pausas en la jornada escolar, un recreo corto y otro más largo. Los niños suelen llevar un pequeño aperitivo para el primero y bocata para el segundo. Este primer aperitivo siempre es: yogur líquido, zumo, galletitas… (os prometo que he visto clases enteras así). ¿Tú crees que a dos horas del desayuno necesitan volver a comer? ¿ O comen por la inercia de que es el recreo y llevan almuerzo? Y si realmente piensas que han hecho hambre ¿has pensado si un zumo de caja va cambiar en algo su hambre?
DÍA DE LA FRUTA
Seguramente conocéis iniciativas como el Día de la fruta. Ahora he podido evaluar el impacto de este tipo de proyectos,

Algunos colegios tienen estipulado un día para cada tipo de almuerzo, suele oscilar entre un par de días bocadillo, un día lácteo, un día bollo (o día especial) y un día fruta. El fundamento es que, de este modo al menos un día, coman fruta, teniendo en cuenta que en muchos casos no llegarían ni a alcanzar esta ración.
En la práctica, visto desde otro lado: en los coles me cuentan que con la fruta que se recoge en las papeleras el día de la fruta se podría montar una frutería. En parte es normal. Sino están acostumbrados a comer fruta en casa, el hecho de que se imponga una única vez en la semana no va a conseguir por arte de magia que devoren su almuerzo. En realidad, en vez de ser algo extraordinario comer un día fruta, esta pieza no debería ser ni la primera que comen… (ahí voy que me atrevo)… ¡EN EL DÍA!.
Además, de nuevo se fomenta la idea de que la comida real es aburrida y hay que comerla porque es sana. En vez de disponer de ella de un manera natural por el simple hecho de que está buenísima. Esto se refuerza si tras un día de fruta obligatorio se libera con un día de almuerzo especial. No hemos aprendido nada. Así que en mi opinión el día de la fruta es un fracaso.
Muchas veces, fruto del miedo de algunos padres a tener a sus hijos infra-alimentados el «día de la fruta» añaden a su «mustio» almuerzo unas galletitas o un zumo, que eso si alimenta de verdad…
A veces observo con estupor como los niños pueden elegir su variedad de galleta favorita dentro del armario de las galletas. Sin embargo, no les resulta tan accesible un frutero colorido del que servirse y decir: «hoy papá quiero llevarme unos paraguayos».
Educación nutricional aparte, en ocasiones puede ser tentador dejarse llevar por esto, si 4 kiwis cuestan 2 euros y 4 bollos 1 euro.
REPARTO DE CHUCHES DE CUMPLEAÑOS
A pesar de que muchos centros tienen prohibido el reparto de comida para celebrar los cumpleaños otros no. En este caso no es una cuestión de no comer chucherías, sino de que en un aula pueden darse peculiaridades dietéticas: celiacos, diabetos, alergias con muy bajo grado de tolerancia (incluso por inhalación puede provocar un shock anafiláctico), o simplemente padres que han decidido no dar chucherías a sus hijos. ¿A qué respetarías que unos padres musulmanes hayan decidido no darle cerdo a su hijo?, pues no debería ser diferente con otro tipo de decisiones dietéticas. Dar respuesta a toda esta variedad es algo complicado.
Los niños no tienen la culpa y prohibirles comer aquello que les ha traído su amiguito no es justo. Por ello, y para evitar discriminar a aquellos que no lo pueden tomar lo ideal seria minimizar estas situaciones por parte del centro educativo; se pueden llevar otro tipo de detalles, o quizás no haga falta llevar nada.
EXCURSIONES
¿Porqué los padres preparan a sus hijos una mochilas para ir de excursión como para que sobrevivan a una guerra? Bollos/galletas, patatas, una caja de zumos, los tres bocatas imprescindibles (filete, tortilla y el tercero a escoger). ¿Pero el pobre niño se va a comer todo eso? Si lo único que quiere gastarse los 2 euros de propina en el puestecillo de helados.
Todavía no se ha dado el caso del niño que vuelva sin comida en la mochila.
OTRAS OPCIONES
Todo esto no vale de nada sino aporto soluciones.
Si lo que quieres es energía para tus peques, puedes dales un paquetito de frutos secos; si la opción es un sándwich, que sea integral (pero de verdad), y añádele unas hojitas de lechuga, tomate en trozo o rallado o un poco de aguacate o guacamole. Si evitas el huevo por no darle demasiados al niño, es mejor preocuparse del colesterol de la bollería.

Por supuesto la reina: la fruta, puedes preparar unos «polos de sandía», o lo mismo puedes hacer con un plátano rebozado en frutos secos o coco rallado. Presenta el melón o la sandía en forma de bolas con unas cuantas nueces, un taper de cerezas es una chuchería irresistible. Pierde el miedo a preparar sorpresas con fruta. Terrinas de queso fresco y una fruta o con colines de pan o membrillo. Bastones de manzana y zanahoria, pueden ser también divertidos. Y para coger más ideas buscad en el blog: » Con S de Salud» #eldesayunodemaria», y si seguís pensando que es misión imposible os dejo volver al «día de la fruta».
Está claro que para los niños que no están acostumbrados a estos alimentos no se consigue el cambio de la noche a la mañana, pero la clave está en que lo vean en casa con normalidad. Recuerda que no es una cuestión de enseñar a los niños a comer sano, sino que encuentren alimentos saludables a su disposición.
Todo lo que he redactado aquí no sale de estar encerrada en una consulta, leyendo y recibiendo pacientes, sino fruto de horas en colegios, observando, hablando con profesores y padres y escuchando a los niños. Es mi versión, la de una nutricionista con pinta de ser poco transigente con la mala industria alimentaria, y que no es madre, pero con todo el cariño de verdad creo que esto no está para pasar de curso…
Muy bueno!!
Cuanta razón
Excelente!