Si ponemos la vista atrás en la comida que preparaban nuestras abuelas nos daríamos cuenta de lo mucho que ha cambiado respecto a la nuestra. Ha cambiado en densidad energética, en calidad y origen de nutrientes, en las formas de obtención de los alimentos y también en la forma de cocinarlos. Una de las diferencias es que la suya era una cocina mucho más de aprovechamiento, incluso como dicen los chefs: cocina de mercado, productos locales y de temporada, no me imagino a una abuela del entorno rural comiendo pescado noruego, mandarinas en julio o tomates en febrero.
Reconozco que os he traído hasta este artículo un poquito engañados (yo diría seducidos jijiji) por el título, hablo de ahorro, pero ahorro económico a nivel doméstico, ahorro a nivel de optimización de nutrientes para nuestra alimentación, y también de ahorro de recursos para el planeta, es decir, una alimentación más sostenible.
Antes de irme al XVII Congreso Internacional de dietética en Granada prometí contaros lo que allí iba a acontecer. El hilo conductor fue la sostenibilidad. Para nadie es una sorpresa que comemos por encima de lo que producimos, imposibilitando así un reparto igualitario de los recursos. Mientras medio planeta muere por males relacionados con la sequía y la desnutrición, el otro medio, invierte millones de euros en tratar problemas sanitarios relacionados con la sobrenutrición, como obesidad, diabetes tipo II, afecciones cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer…
Así que de aquella preciosa cuidad nos fuimos todos los D-N (dietistas- nutricionistas) con ganas de poner en práctica este concepto en nuestras consultas, con nuestros pacientes. Y así ha sido, desde que llegué me he propuesto para este año que mis pacientes aprendan a gestionar los recursos alimentarios que encuentran en su medio, así como evitar el desperdicio de comida, todo esto bajo el encuadre de la educación nutricional.
Me explico, no se trata de comernos todas las sobras para evitar tirar comida, se trata de organizar correctamente la alimentación semanal para que no existan sobras. No se trata de volvernos ermitaños todos, s no de tratar de consumir alimentos locales, sostenibles y de temporada. Tampoco es comprar todo lo que ponga en la etiqueta natural, sino de alimentarnos de más alimentos y menos productos.
Algunas de las ideas que estoy trabajando en la consulta son:
PLANIFICA TU ALIMENTACIÓN
Basta con unos pocos minutos al principio de la semana para que planifiques de manera aproximada lo que vas a comer en los próximos días. Con esa planificación prepara la lista de la compra, y dirígete a la compra con aquello que has planificado, siempre siendo flexible a la hora de elegir según la temporada o la calidad de lo que veas en la tienda.
Así comprarás exactamente lo que vas a consumir y además de ahorrar unos eurillos no tendrás sobras de nada rondando.

MODERA EL CONSUMO DE CARNE, A FAVOR DE VEGETALES

Promueve el consumo de vegetales, en detrimento de carnes, embutidos y pescados. Actualmente su consumo es excesivo para la salud y para el planeta. Además el precio de un plato de carne es significativamente superior a un guiso de verduras, de legumbre o de cereal integral. Para los temerosos del aporte proteico os diré que la proteína vegetal existe (legumbres, soja, cereales, «carne vegetal», pensad que los vegetarianos también logran cubrir las demandas proteicas). Como dicen Juanjo Cáceres y Julio Basulto: «Mas vegetales y menos animales». Pero habíamos venido a hablar de sostenibilidad, aquí os dejo una imagen que recogió Aitor Sánchez en una de las conferencias del Congreso.
REDUCE TAMBIÉN LOS RESIDUOS
Ya sé que estáis pendientes al comprar de demasiadas cosas: la ausencia de grasas trans, minimizar el azúcar, además tener en cuenta el precio y encima os digo que sea de producción local y sostenible. Pero por complejo que parezca tiene fácil solución: compra alimentos frescos, cocina alimentos frescos y aliméntate de alimentos frescos. Los envases, preparaciones, etc. encarecen el producto y además suponen un plus de residuos.
Os pongo un ejemplo: el precio de una lechuga ronda 1 euro, mientras que un paquete de mezclum de lechuga lavada tiene un precio kilo de 19-20 euros. Y así suma y sigue…
APROVECHA LA COMIDA
Ya sabéis que son muy refranera, aquí se me viene aquello de: «del cerdo hasta los andares»… Bueno pues yo propongo llevar esto a cada rincón de nuestra nevera:
- Sobre el caldo de cocer verduras, pescados, carnes… Ojo siempre garantizado una escrupulosa higienización previa, y sólo en el caso de hortalizas de origen confianza, (si no lo conoces puede contener restos de fertilizantes y residuos). Si es así guárdalo, e incluso congélalo para futuros platos de arroz, guisos… Desde luego mejor forma de enriquecer que las famosas pastillas repletas de sal y grasas de dudoso origen.
Algunas ideas con bajo coste si se preprarn como plato completo que les doy a los paceintes para comer: menestra con huevo escalfadi, guisos variados con legumbre, salteados de verdura con algo de carne magra… - Optimiza todas las partes de las hortalizas: el tallo de los espárragos pueden enriquecer un puré, usa la parte verde del puerro para una salsa verde, rellena las pencas de las acelgas, prepara con el excedente de la huerta conservas o compotas, coloca en recipientes cerrados las hortalizas empezadas para desacelerar su degradación.
- Prepara platos completos, sin necesidad de elegir un primer plato y un segundo de carne por ejemplo. Si lo preparas en el equilibrio correcto, lograrás incluso una mejor alimentación.
- Si tienes poco tiempo para cocinar o se te da mal calcular raciones pequeñas, utiliza el congelador y envasa tu comida en raciones individuales que te pueden salvar un día que estés mas apurad@.
Y de esta manera, cada uno, optimizando los recursos en casa, lograremos un ahorro económico en la cesta de la compra, una optimización de nuestra nevera y nuestra despensa, y entre todos un planeta más sostenible.