Soy de las que piensa, que aunque el calendario comienza el año en enero, el verdadero inicio de todo sucede en septiembre.
Y como todo buen comienzo, se viste de propósitos, lo que nos da la perfecta excusa de resetear aquellos hábitos que no eran tan buenos, allá por final de curso.
Los que más cambio experimentan con la vuelta a la rutina son los niños, son los que más vacaciones disfrutan, y también, más desajustes de hábitos sufren: el sueño, los horarios, las tareas… y por supuesto, la alimentación. Llevan un verano lleno de dulces, de caprichos que les ofrecen aquellos a los que ven menos durante el curso, de cenas improvisadas menos estructuradas, etc.
Por eso septiembre y el nuevo curso es la oportunidad perfecta para ellos, y para toda la familia de emprender cambios que duren más allá del junio próximo.
HORA DE RESETEAR EL ALMUERZO:
- Muchos los centros educativos que proponen un almuerzo por cada día de la semana. Con frecuencia los padres me señalan esta idea como algo positivo, ya que de esta manera, «al menos obligan a los niños a comer un día fruta». Esto tiene un punto negativo, negativísimo: ¿obligar a comer fruta? ¿Cómo vamos a logar que algún día la seleccionen como su snack favorito, con este planteamiento? En mi cabeza, en todas las cocinas deberían de tener un frutero accesible a la altura de los niños, con fruta colorida y variada, para que fueran ellos los que dispusieran cual es la fruta que seleccionan en cada momento del día. Pero con frecuencia me encuentro con fruteros que mantienen las mismas manzanas y plátanos mustios, hasta que acaban por retirarse, y sin embargo la oferta colorida y variada está trasladada a la nevera, en la bandeja de lácteos.
Sobre este tema otros compañeros como Aitor Sanchez ya han propuesto alternativas saludables a las indicaciones de los colegios, por lo que no quiero resultar repetitiva. También Juan LLorca que trabaja con pequeños es un crack en esto de recetas alternativas.
- Los colegios con dos almuerzos: estoy segura que como adulto o adulta, si desayunas en torno a las 7 y media de la mañana, no podrías estar comiendo algo cada 2 horas y menos alimentos contundentes por su alto contenido en azúcar. Cuando he visto esta distribución de horarios en los colegios, observo como para el recreo pequeño llevan algo que en casa consideran como «poquita cosa»: un pack de galletas, un yogur bebible, un zumo… reservando el plato fuerte para el recreo grande: el bocadillo. Además de lo que estos productos suponen, el problema viene a propósito del hábito, no se debe educar a los niños a comer cada vez que tienen un parón de actividad, ignorando las señales reales de hambre y saciedad. De tal manera que acabarán siendo adultos que cada vez que no tienen algo que hacer, buscan comida.
- Del mismo modo, es importante evitar entretener a los niños con comida, con frecuencia veo como los niños por aburrimiento, por llamar la atención, o cuando sus padres están haciendo cosas de adultos, reclaman comida, como si de otro tipo de juguete se tratara. Es imprescindible que los niños aprendan a regular su hambre y su saciedad como lo hace un bebé con lactancia a demanda. Para eso es imprescindible identificar el tamaño de las raciones reales que el niño demanda, y no las que sus padres imaginan, que luego les obligan a acabarlas. Y por otro lado no usarla ni como entretenimiento, ni como premio, ni como castigo.
Es importante que disfruten de la comida, paladeen, prueben, demanden… pero la comida es sólo eso, no algo con lo que pasar el tiempo.
- La otra cara de esta moneda es su uso como forma de ocio o celebración. En una sociedad como la nuestra, niños y adultos acostumbran a celebrar todo con comida y bebida, es importante buscar otras actividades y evitar que todo gire en torno a la comida, teniendo esta un mero papel complementario. Imagina además que cuando comprometes a un niño a celebrar con comida es posible que tenga intolerancias y se sienta inseguro, o un niño con sobrepeso, que estén tratando de trabajarlo en casa.
¿Os habéis fijado en el tamaño de las raciones de los alimentos «diseñados» para niños? Probablemente recodareis como cuando erais pequeños si tocaba dulce, iba una cantidad moderada en un trozo de papel de aluminio. Ahora los fabricantes nos proponen la ración de consumo que consideran oportuna, quedando de esta manera siempre unas raciones desmesuradas, pero como está en bolsa y es un formato práctico no se identifica. Así que si optáis por estos productos, además de abogar por un ahorro en el despilfarro de material plástico, yo os pido que reformuleis la ración, y pensad que una bolsita de 30 g de galletas tipo cookies, por ejemplo, equivale a unas 11 mandarinas.
- Anteriormente ya hemos hablado de que el desayuno no es necesariamente el pilar del día, peso si vamos a hacerlo es imprescindible hacerlo bien. Para ello rompe con todo lo que creías hasta ahora de este momento del día y empieza a comer comida de verdad en el desayuno. Sino toma leche en el desayuno… ya lo introduciréis en otro momento del día… o tomará otros alimentos que igualmente cubran estos requerimientos. No deberíamos estar más preocupados porque no haya tomado un vaso de leche que porque no haya probado la fruta en todo el día. Tampoco es imprescindible la versión cereal, y si lo es, por favor, que no incluya 15-20 g de azúcar desde por la mañana (lo equivalente a una ración de galletas o cereales desayuno), más de la mitad de lo que podría tomar en todo el día). En ese caso, mejor evita el desayuno.
- Nada de bebidas isotónicas, ni si quiera en aquellos que más deporte hacen, todo lo que necesitan para un rendimiento normal es una bebida normal: agua. Es alarmante observar como ha crecido el consumo de refrescos en niños, (porque son refrescos, aunque no tengan gas e incorporen sales minerales), con este pretexto. Del mismo modo con los zumos, ya lo hemos hablado anteriormente, en el caso de los comerciales son meros refrescos sin gas, con cantidades de azúcar a veces, más altas que los refrescos más conocidos. Y en el caso de los caseros, siempre os digo, un zumo no sustituye a una fruta, la comida hay que morderla y no beberla.
- En muchos centros escolares se dispone con antelación de los menús que van a tomar los niños, aprovechad este recurso para compensar los menús de los pequeños en casa. No debemos limitarnos a pensar: «si ha comido carne le pongo pescado o viceversa», u «hoy no le pongo huevo que ya lo ha comido». Id a lo realmente importante: “hoy no han incluido vegetales o en menú”, u “hoy va justo de piezas de fruta”.
Evita que coman en frente al televisor, así como no establecer rituales como los domingos de chuhes y peli. Volvemos a incidir en la importancia de separar el ocio y la ingesta, una vez más (si lo tienen que comer que sea separado de estos momentos). Además de supone un no control sobre el tamaño de la ración o la propia ingesta.
No cabe duda de que es el momento ideal para empezar a poner en marcha cambios que repercutan en la alimentación de todos en casa, la de todos ha de ir al unísono. Ni los niños son “máquinas de quemar” y por ello vale todo, ni “para los niños hago la comida y yo como cualquier cosa”. Porque una familia que come junta e igual se disminuye el riesgo de obesidad, de rechazos y aversiones adquiridas y además es mantenible a largo plazo, algo que no pasa cuando en una misma casa se requieren varios menús para dar gusto a todos.